📱 En muchas familias, el celular se convirtió en otro invitado a la mesa a la hora del almuerzo o la cena.

¿Te pasó que todos se sientan a comer, pero nadie está presente del todo?

Cada uno con su celular, conectados a una pantalla, pero desconectados entre sí.
Esa escena, que hoy parece normal, representa uno de los grandes desafíos de las familias actuales: la pérdida del encuentro cotidiano.

Durante mucho tiempo, las comidas fueron un ritual compartido.
El momento de sentarse a la mesa era también un momento de conversación: contábamos lo que nos había pasado, nos reíamos, nos escuchábamos, nos mirábamos a los ojos.
Sin darnos cuenta, ese espacio se fue llenando de silencios, notificaciones y distracciones digitales.

Hace algunos años, la gran discusión familiar giraba en torno a si se debía comer con el televisor encendido o no. Se decía que distraía, que limitaba el diálogo y que restaba atención al momento compartido. Hoy, el televisor pasó a un segundo plano: la verdadera disputa está en las pantallas que cada uno lleva en sus manos.

A esto se suma otro fenómeno propio de los tiempos actuales: las familias ya no se reúnen tan seguido a comer juntas. Los horarios laborales, las actividades escolares y el ritmo acelerado de la vida cotidiana hacen que los encuentros en torno a la mesa sean cada vez más esporádicos.
Cuando finalmente logran coincidir, muchas veces cada integrante está inmerso en su propio mundo digital. Y así, lo que antes era un espacio de conexión, se convierte en un momento silencioso, donde las palabras se sustituyen por notificaciones y los gestos por emojis.

Lo que cambió fue el formato, pero el problema de fondo sigue siendo el mismo: la desconexión del presente compartido.

En las sesiones de Coaching de Familia, uno de los primeros objetivos es recuperar estos espacios.

No se trata solo de apagar el celular, sino de encender la presencia: mirarnos, escucharnos y compartir sin distracciones.

Porque el diálogo no ocurre por casualidad, sino cuando se crea el contexto emocional para que pueda florecer.

Promover esos pequeños encuentros cotidianos, una comida, un desayuno, una charla antes de dormir, puede ser el primer paso para fortalecer los vínculos y devolverle sentido a la convivencia.


Porque cuando la palabra reemplaza a la pantalla, lo que crece son los lazo


Un síntoma de algo más profundo

Desde el enfoque del Coaching de Familia, observamos que estos silencios no son casuales.
Las pantallas muchas veces aparecen como una forma de desconexión emocional: una manera de evadir la incomodidad, el cansancio o los conflictos que no sabemos cómo abordar.
No se trata del celular en sí, sino de lo que dejamos de compartir cuando está presente.

En una familia, la comunicación cumple una función esencial: otorga confianza, fortalece los vínculos, y fomenta el desarrollo emocional y social de sus miembros. Permite expresar y entender sentimientos, resolver conflictos de manera constructiva y transmitir valores, lo que a su vez fortalece la autoestima, la seguridad y el sentido de pertenencia.

Cuando ese lenguaje común se interrumpe, surgen malentendidos, distancias afectivas y un aumento del aislamiento dentro del propio hogar.


Recuperar la palabra

En las sesiones de Coaching de Familia trabajamos precisamente para reinstalar la conversación como eje del vínculo.
No se trata solo de “apagar el celular”, sino de volver a crear un espacio emocional donde cada integrante pueda sentirse escuchado, validado y comprendido.

A veces comenzamos por algo tan simple como una cena sin pantallas, donde la consigna es contarse algo del día, o agradecer algo que haya ocurrido.
Otras veces, exploramos las dinámicas familiares que dificultan el diálogo: los roles rígidos, las expectativas no expresadas, los temas que quedaron pendientes y se transformaron en silencios.

El proceso consiste en reconectar desde la escucha, darle nuevo sentido a lo no dicho y habilitar formas más saludables de encuentro.

Porque las palabras no solo comunican: también reparan, ordenan y fortalecen los vínculos.


En un mundo donde todo sucede rápido, el verdadero acto de amor es detenerse a mirar, escuchar y compartir.

La presencia es el nuevo lujo afectivo.


Hablemos y conectemos

Si sentís que en tu familia el diálogo se fue perdiendo, puedo acompañarte a recuperarlo.



Te invito a conocer cómo el Coaching de Familia puede ayudarte a reconstruir esos lazos a través de la escucha y de las conversaciones.

📅 Reservá tu sesión conmigo →maritaguerrini@gmail.com / 📱+549 2477 683646

Con cariño,

María Eugenia Guerrini

Lic. en Servicio Social – Socioterapeuta -Coach Ontológico Profesional