
La autoestima es el pilar fundamental sobre el cual construimos nuestra vida, es el cimiento de nuestra existencia. Es el conjunto de percepciones, imágenes, pensamientos y juicios que tenemos sobre nosotros mismos que impacta directamente en todos los órdenes de nuestra vida. Determina la persona que elegimos como pareja, la carrera que estudiamos, el trabajo que conseguimos, los amigos que frecuentamos y los proyectos que emprendemos.
Cuando miramos hacia nuestro interior, todos tenemos una imagen particular de nosotros mismos. La autoestima es, precisamente, cómo nos sentimos con respecto a esa imagen. Y se forma a partir de nuestras relaciones con otras personas, y de las experiencias y vivencias más relevantes que nos marcan a lo largo de los años.
¿Cómo no trabajar entonces con la AUTOESTIMA en mi práctica profesional de Socioterapia, si además he comprobado que la gran mayoría de las mujeres que he atendido necesitan reforzar su autoestima?
Hace más de 15 años que vengo desarrollando la socioterapia como una metodología de intervención profesional que acompaña a las personas en sus procesos de autoconocimiento y desarrollo personal para que puedan relacionarse y comunicarse mejor, autogestionarse, adquirir capacidad para tomar decisiones y así lograr una mejor calidad de vida empleando sus propios recursos personales.
Esta vez le tocó el turno a la AUTOESTIMA como tema a abordar en los espacios grupales que ofrezco. Lo hago con una modalidad teórico, práctica y vivencial.
¿Qué significa? Desarrollo algo de teoría para presentar el tema y ubicarlo conceptualmente, luego solicito algún que otro ejercicio práctico para fijar el conocimiento y finalmente les hago “poner el cuerpo”. Esto es, construir el conocimiento a través de la propia experiencia. Esta ecuación es igual a APRENDIZAJE.
El verdadero aprendizaje se logra cuando pasás el conocimiento por la propia experiencia.