¿¿Cuál es tu mayor preocupación??  
 
¿Querés hacer un cambio en tu vida?
 
¿No estás conforme con tu empleo?
 
¿Sentís que estás estancado a nivel personal o profesional?
 
¿Tu pareja está en crisis?
 
¿No sabés cómo educar a tus hijos? Se te van de las manos?
 
¿Te cuesta decir “no” con frecuencia?
 
¿Sentís que querés pero no podes?
 
Estos suelen ser algunos planteos que escucho en la calle, en el trabajo, en el consultorio, y que si no se busca resolverlos pueden desencadenar en una crisis que puede llegar para quedarse un tiempo largo.
 
Sea cual sea el conflicto que te afecte, todos tienen algo en común: ¡necesitan un cambio!
 
Mmm… cambiar… qué difícil! Cambiar sistema de creencias, hábitos, pensamientos, mandatos paternos, cambiar los paradigmas que nos transmitieron a través de la educación, de la cultura, de lo instituido.
 
Cambiar… salir de la zona de comodidad para recorrer el km extra que te permita llegar a tu meta. La zona de comodidad es el contexto conocido que te da seguridad.
 
Y cuando decidis hacer algo distinto te da miedo, sentís culpa, estás inseguro, te encontrás con gente que no acuerda con vos, que se aleja. Pero también aparecen nuevas oportunidades, nuevas amistades, un nuevo círculo social que está decidido a caminar junto a vos y que te alienta a continuar y no abandonar. Lo nuevo que querés lograr está fuera de esa zona de comodidad.
 
Yo siempre hago referencia al costo-beneficio de lo que decidimos hacer. A veces es necesario patear el tablero, arriesgarnos, “tirarnos a la pileta”, salirnos de la zona de comodidad, dar un paso adelante.
 
Si no hay cambio, no hay evolución. Y si no evolucionas, perdés oportunidades, amigos, trabajos. Te perdés la oportunidad de disfrutar la vida en toda su plenitud. 
 
El cambio es vida, implica madurez, crecimiento. Si esperas resultados diferentes, tenes que hacer algo diferente.  Tenés que moverte, no podés quedarte en el lamento, en la queja.
 
Siempre cuento una anécdota muy graciosa. Mi familia de origen es muy conservadora, hacen siempre las mismas cosas, comen las mismas comidas, tienen rutinas incorporadas desde hace años y no las modifican, los adornos y los muebles están en el mismo lugar desde que yo era niña. Un dia, mi mama me dijo que como no se sentía bien, había hecho una salsa sin carne, liviana, como le había enseñado su mamá cuando mi hermano había tenido pancreatitis. Y eso había ocurrido hacía 40 años!! O sea que seguía haciendo la misma salsa desde hace 40 años, sin haberle modificado nada, sin incorporarle ni un ingrediente más!! Porque su madre así se la había enseñado, y eso no se cuestionaba.
 
Sin cambios no hay crecimiento!! Sin cambios no se descubren nuevos sabores, nuevos ingredientes… de las comidas y de la vida…
 
Te invito a que te pongas a pensar qué cambio querés para tu vida. Te invito a que diseñes un plan para salir de tu zona de comodidad y te animes a recorrer el km extra que te lleve a tu sueño, a ese cambio que deseas para tu vida!!
 
¡Te invito a reinventarte! A diseñar la vida que querés y a ponerte en marcha para lograr el cambio.
 
Cambiar es un acto de valentía de quienes no se resignan a las cartas que le tocaron en el reparto de la vida. ¡Sé valiente!
 
Desatá tu potencial cada día. Planificá el futuro pero disfrutá el hoy. Rompé  con todos los esquemas y pensamientos que te limitan. Todo lo que necesitás está dentro tuyo.
 
Y ahora que estamos por finalizar el año, es una buena oportunidad para proponérselo.
 
Sólo es cuestión de dejar de hacer lo que no te trae resultados para incorporar nuevos hábitos que te acercarán a tu sueño.
 

 

Si te animas, yo te acompaño en el proceso!!

 

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