
Imaginá esta escena:
“Un niño está jugando en su habitación y escucha que su mamá dice que no puede ver la televisión o estar con su celular hasta que no termine la tarea.
Minutos después, llega el papá y, ante el reclamo del niño, le dice que sí puede mirar un rato la televisión o estar con el celular, desautorizando así a la mamá.”
¿Qué hace ese niño? ¿A quién escucha? ¿Cómo sabe qué es lo que está bien?
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Los «dobles mensajes»
Situaciones como ésta son ejemplos de dobles mensajes, un concepto desarrollado por Marcos Berstein desde la perspectiva del enfoque sistémico relacional.
Según Berstein, (un prestigioso psiquiatra y terapeuta familiar argentino, ya fallecido que, además, fue mi maestro y amigo) un doble mensaje aparece cuando un mensaje positivo se contradice con otro a un nivel más abstracto y, muchas veces incluso, se prohíbe hablar sobre esa contradicción. Esto deja a la persona atrapada, sin posibilidad de resolver la incoherencia.
Otro ejemplo de doble mensaje:
Un caso común en familias es que algunos adultos adoptan conductas adictivas (beber, fumar, consumir excesivamente) y luego le dicen a los hijos que no repitan esas conductas.
Sería el clásico: “Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”.
Si los niños, ante esa situación, no pueden hablar de lo que observan porque temen represalias o la retirada de afecto, esto puede generar ansiedad, conductas problemáticas o incluso riesgo de adicción.
Cuando los adultos no logran ponerse de acuerdo en la crianza, estos dobles mensajes generan efectos muy concretos:
- Inseguridad: los chicos no saben qué está bien ni qué está mal.
- Adaptación constante: ajustan su conducta según el adulto con quien estén, perdiendo confianza en sí mismos.
- Culpa innecesaria: sienten que deben “arreglar” los conflictos de los adultos o cargar con responsabilidades que no les corresponden.
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Claves para transformar los desacuerdos en cooperación:
- Escucha activa: entender lo que cada adulto piensa y siente.
- Definir prioridades y límites claros.
- Establecer acuerdos concretos y comunicarlos a los hijos.
- Mantener coherencia día a día y permitir a los hijos expresar lo que perciben.
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Recuperar la palabra
En las sesiones de Coaching de Familia, acompañamos a los adultos a escucharse, cooperar y generar coherencia, permitiendo que los hijos puedan metacomunicar, es decir, poner palabras a la incoherencia que observan y salir de la sensación de atrapamiento.
Cuando mamá y papá logran acordar, los niños dejan de estar “en el medio” y pueden crecer sintiéndose cuidados, sostenidos y libres.
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Recordá:
Los hijos no necesitan adultos perfectos, sino adultos que cooperen y comuniquen con claridad.
Cuando esto sucede, la crianza deja de ser un campo de batalla y se convierte en un espacio seguro para crecer y aprender juntos.
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¿Cómo puedo ayudarte?
Puedo ayudarte a transformar la tensión en encuentro, el reproche en comprensión y el caos cotidiano en un espacio de cooperación.
A través de sesiones de Coaching de Familia, te acompaño a comprender lo que está detrás de los conflictos, mejorar la comunicación y crear acuerdos que fortalezcan el vínculo entre todos.
No se trata de corregir a nadie, ni de dar recetas ni consejos. Se trata de aprender juntos nuevas maneras de estar en relación y de descubrir los propios recursos para resolver conflictos y trabajar en equipo.
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✨ Cada familia es única y cada conversación siembra semillas que van transformando la dinámica cotidiana.
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Hablemos y conectemos
📩 Si sentís que la convivencia se volvió difícil o que tus hijos están en el medio de los desacuerdos, escribime y reservá tu sesión de caoching de familia.
Podemos empezar a construir una dinámica familiar más sana y cooperativa.
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María Eugenia Guerrini
Lic. en Servicio Social – Socioterapeuta -Coach Ontológico Profesional y de familia