Todos hemos escuchado alguna vez la frase “somos lo que comemos”, pero muy pocos saben de dónde proviene.
Hipócrates dijo algo muy parecido “que la comida sea tu alimento, y el alimento, tu medicina”.
Actualmente, la frase tiene más vigencia que nunca y el tema de la alimentación consciente está ganando terreno en todo el mundo. La gente está cambiando su forma de relacionarse con los alimentos, decide tener calidad de vida y se está dando cuenta de que puede hacerlo con hábitos saludables.
Comida saludable, natural, consciente, hay muchas maneras de llamarla.
Hablamos de alimentación consciente, informada. Hay que leer etiquetas y rótulos, y saber qué es lo que se está ingiriendo y decidir qué se quiere ingerir. Es desde la conciencia que se obtiene una calidad de vida.
Incluso va más allá de los alimentos. Ser consciente es también hacer actividad física, buscar un equilibrio espiritual, plantearse qué estamos haciendo con el planeta, si nos ayudamos entre las personas. Cuando uno tiene consciencia empieza a ver las cosas de manera diferente, desde otra perspectiva.
Lo saludable tiene que ver también con la forma de preparación de los alimentos, la calidad, cantidad y variedad de los mismos, para que en su consumo sean saludables, o para mantener o mejorar la salud.
Hay que realizar una evaluación clínica metabólica para realizar un plan y asesorar en la continuidad de buenos hábitos alimentarios de por vida. Cada individuo tiene una forma genética que condiciona su metabolismo con una individualidad biológica, fisiológica, y psicológica que hace que varíen sus necesidades nutricionales. Además, estas varían por la edad, las enfermedades, el trabajo, el estrés, el tipo de alimentación, etc. No es lo mismo en un niño, en un adolescente, en un anciano o en un deportista, y en un hombre o en una mujer.
Hasta hace unos años rico y saludable no iban de la mano, hoy en día, rico y saludable se sirven en el mismo plato. La alimentación saludable está al alcance de todos, ya no hay excusas para no atreverse a iniciar el camino. Hay una gran variedad de recetas por las redes sociales, cada vez hay más opciones para comprar alimentos saludables.
Lo importante es saber filtrar, y elegir los mejores lugares y a las personas que realmente saben para que nos asesoren. Por eso mi rol es el de educar, es enseñarles lo básico, los lineamientos generales y lo que fui aprendiendo a lo largo de estos años, para estimularlos a investigar con mayor profundidad. Hay que observar lo que le metemos al cuerpo. Es hora de tomar conciencia, por nuestra salud y la de nuestros hijos, de que existe otro modo de vivir.
Cuando empiecen a probar otro tipo de alimentos, más saludables, el cuerpo solito les va a pedir más de eso y menos de lo otro, de la comida chatarra. El paladar empieza a distinguir la comida más sana.
En la vida todo es alimento y todo nos forma. Lo que leemos, lo que vemos, lo que ingerimos, lo que escuchamos hace a nuestra persona y nutre nuestro espíritu. Todo eso va dejando huella y marca un camino.
La comida ocupa un lugar trascendental en el ser humano, pero no se le da mucha importancia a lo que ingerimos. La mayoría de los seres humanos pasa mucho tiempo eligiendo celular, ropa, auto y demás, pero al momento de alimentarse no toman el mismo compromiso e ingieren lo primero que encuentran. Prestan especial atención al combustible y aceite que le ponen a sus vehículos, pero no hacen lo mismo con “el combustible” que le ponen a su cuerpo, que son los alimentos.
En estos últimos tiempos, los medios de comunicación se hicieron eco de toda esta información, la gente la percibe con cierta sensibilidad y lo que hace unos años era una locura, hoy en día no lo es tanto porque se ha empezado a tomar conciencia.
Lo que sigue llamando la atención es que los trastornos físicos aumenten, que cada vez haya más enfermedades crónicas, y más enfermedades relacionadas con la alimentación.
Entonces, frente a este panorama, estar informados de manera documentada de qué se trata esta nueva tendencia en alimentación saludable, es importante para que todos podamos empezar a tomar conciencia de lo que ingerimos, a reflexionar sobre el tema, y que, una vez que tengamos este conocimiento, podamos elegir.
En mi experiencia personal, empecé a transitar el cambio en la alimentación a partir de una enfermedad oncológica que llegó a mi vida en el año 2012. Comencé a informarme, a investigar, y a probar nuevos alimentos, a hacer nuevas combinaciones, y ¡me fascinó! La nueva forma de alimentarme me cambió el cuerpo, las emociones, la piel, logró eliminar las alergias, fortaleció mi pelo y mis uñas, y me da mucha energía a lo largo de todo el día.
Y no es como dicen, más cara y más complicada, sólo hay que tomar la decisión de cambiar los hábitos y proponerse empezar a probar nuevos alimentos, combinarlos, inventar, y querer disfrutar del acto de cocinar en familia, de hacer comida casera, como la que hacían nuestras abuelas, pero esta vez con nuevos ingredientes.
Pero ¿qué es un producto orgánico?, te estarás preguntando.
Es aquél que se cultiva y cosecha de una forma natural, sin utilizar pesticidas químicos, otros agroquímicos ni semillas transgénicas.
Esto no solo beneficia a nuestro organismo sino que favorece al planeta, al suelo y al medio ambiente.
Entonces, ¿por qué hablamos de alimentación consciente y saludable? Se trata de tomar conciencia de lo que comemos, de empezar a saber qué comemos
Tu felicidad, tu vida y tu salud están en tus manos. Lo que comes, lo que dices, lo que piensas, lo que crees, marcará tu destino. Nos alimentamos de todo aquello que entra por nuestros sentidos. El bienestar depende de nosotros. Somos responsables de nuestras elecciones: de lo que comemos, de lo que hablamos, de lo que miramos, escuchamos, etc.